La figura del gerocultor en las residencias de mayores
El equipo humano de Amavir lo componen profesionales de trato cercano, centrados en favorecer el bienestar de cada usuario y cuyo objetivo es acompañar y ayudar al mayor en todo lo que necesite. Hoy queremos destacar la importante labor de los gerocultores en el día a día de los centros residenciales.
¿Qué papel tienen los gerocultores en una residencia?
Los gerocultores cumplen funciones esenciales en las residencias de mayores. Realizan tareas asistenciales tan importantes como facilitar y colaborar en el aseo, alimentación o vestido, pero, además, a través de la interacción estrecha y directa con los residentes, recaban información para completar el desarrollo de su proyecto vital.
Consuelo Escobar, gerocultora en Amavir Ciudad Lineal y miembro del Comité de Bioética Asistencial de Amavir corrobora esta definición: “es ayudar a las actividades diarias a los residentes. La mayoría tienen algún tipo de dependencia y no pueden realizarlas todas o a veces cognitivamente no saben cómo realizarlas. Ahí el trabajo es dirigirles, ayudarles y que puedan vivir dignamente”.
Su disponibilidad diaria permite dar continuidad a las rutinas, lo que aporta una información rápida y certera de cualquier cambio en el mayor.
Vocación, un elemento imprescindible
En Amavir tenemos claro que, para conseguir la excelencia en la atención de las personas mayores, el equipo humano debe tener un claro espíritu vocacional, calidad humana y compromiso con el bienestar de las personas mayores.
“Esto es un trabajo totalmente vocacional. Te tiene que gustar estar con personas mayores ya que hay que tener paciencia con ellos. Nunca hay que olvidar que ellos han vivido más que tú y pueden enseñarte mucho”, comenta la gerocultora.
Gratitud y trabajo en equipo
El trabajo en equipo en una residencia es la base de que todo funcione bien y por ello, los gerocultores colaboran con el resto del equipo de profesionales mediante la realización de tareas que complementen los servicios especializados de estos, con el fin de proporcionar la autonomía personal del residente. “Entre todos y dialogando conseguimos realizar bien el trabajo. Este trabajo es muy gratificante”, apunta la trabajadora de Amavir.
La creación de un vínculo entre trabajadores y residentes
El hecho de que el trabajador de Amavir pase tanto tiempo con el mayor favorece que surja un vínculo que va más allá de lo meramente profesional. El afecto y el cariño entre ambos aparece de forma natural y perdura en el tiempo, llegando a establecerse una relación de confianza cercana.
El día a día se convierte en un escenario de enriquecimiento mutuo donde trabajadores, residentes y familiares se nutren de esta interacción compartida. Los profesionales que forman la plantilla de la residencia llegan a convertirse para el mayor en su otra familia. El profesional pasa a ser para el mayor una persona cercana, en la que confiar y con la que poder hablar. “Son muy agradecidos”, concluye Escobar.